martes, 15 de febrero de 2011
POSTPORNO Y POSTPERIODISMO
La revista Penthouse publica en su número de febrero un extenso reportaje dedicado al postporno. El artículo, firmado por Beatriz García Guirado, resume bastante bien la esencia y la filosofía del colectivo y ofrece un retrato equilibrado de sus protagonistas, de María Llopis a Lydia Lunch, pasando por Diana Pornoterrorista o Itziar Ziga. Resultará muy útil para quienes quieran ponerse al día sobre el tema.
Sin embargo, no es de postporno de lo que quería hablar, sino de Penthouse y de la situación profesional en la que nos vemos obligados a vivir los periodistas.
Cito esta cabecera porque surgió como conversación de sobremesa en casa de un amigo. A mi interlocutor -fotógrafo de reconocido prestigio- le habían pedido tres fotografías para ilustrar un reportaje. Cuando, una vez seleccionadas y preparadas, preguntó cuánto debía facturar, se encontró con la respuesta tajante de que no había presupuesto. Mi amigo no ha dudado en ceder imágenes a un colega en apuros (puedo dar fe de ello en primera persona), pero una cosa es hacer un favor a un compañero y otra muy distinta regalar el trabajo a un grupo editorial poderoso. Esta situación, la de pedir cosas por la patilla, no es exclusiva de Penthouse. Con la excusa de la crisis es cada día más frecuente. Te piden un prólogo y pretenden que te emociones porque figura tu firma en el texto. Llenas media hora de un programa de radio o diez minutos de televisión y te tienes que contentar con que te paguen el taxi. Y cuando se consigue cobrar por el trabajo realizado, las cifras son irrisorias y los plazos escalofriantes. Otra amiga, esta con el valor añadido de ser presentadora de un programa de televisión, me decía hace un par de semanas que con lo que percibía por su colaboración semanal en un programa de radio no podría pagarse ni una habitación. Y hay editoriales que pagan las colaboraciones a ¡150 días de la fecha de factura! Cuando yo dirigía Hustler, en el mismo grupo editorial que Penthouse, disponía de un presupuesto para colaboraciones cuatro veces superior al que maneja en la actualidad el amigo Guijarro. Y estoy hablando de principios de los noventa, es decir, de hace casi veinte años.
Lo dejo aquí. Me voy a Mercadona que he visto un anuncio en el que buscan personal.
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Querido Ponce, lo has clavado.
ResponderEliminarCifras irrisorias, plazos de pago escalofriantes y tirar de patilla, unas patillas que ni Curro Jiménez... ¿Y por qué? Pues por la crisis, sí, claro, pero ya venía de antes eso de aprovecharse de todo el que tuviera algo de sensibilidad creativa. Opino que ha surgido un nuevo tipo de proxenetismo; yo conozco bien el Editorial, pero por las entrevistas que hago, me consta que se parece mucho al ya cuestionado proxenetismo musical y al que existe en otras manifestaciones artísticas (cantantes, compositores, pintores, escultores, ilustradores, diseñadores de moda y muchos más).
A este paso, nos costará dinero escribir un libro, subirnos a un escenario a cantar, realizar una crónica en la radio, que una modelo se suba a la pasarela con nuestro nuevo diseño de pantalón... y todo porque nos dirán: "Agradece que te saco".
Un abrazo fuerte.
Y se supone que en esa media hora de radio o diez minutos de TV ellos ya han metido sus cuñas publicitarias por las que cobran un dineral por minuto,para mayor escarnio del profesional de turno requerido....el código deontológico exigido a los profesionales de la información parece no ser de aplicación a las empresas que todo se lo deben.Por encima de los discursos bonitos se vislumbra la fila de cadáveres
ResponderEliminarYo soy la autora del reportaje. La verdad es que estoy bastante sorprendida y halagada de que alguien con la trayectoria profesional de José María Ponce me incluya en su blog. De hecho, tenéis toda la razón porque la situación es muy precaria, más si cabe en un momento económicamente difícil como éste. Los profesionales deben ser no sólo remunerados, sino justamente remunerados. Yo escribo para Penthouse - no hablo en nombre de la revista -, pero sé que son bien conscientes de que perdemos calidad por falta de presupuesto, pero el panorama financiero de la prensa no diaria no es nada halagüeño. Por ejemplo, en el próximo número escribo sobre yoga para sumis@s y hemos perdido la oportunidad de tener un material gráfico fabuloso de una conocida bailarina berlinesa que hace maravillas con bondage. Es una lástima... pero, ¿cuál es la alternativa? ¿Dejamos de escribir sobre temas interesantes, callamos las realidades sexuales y sociales diferentes y los nuevos puntos de vista como medida de presión? Es muy complicado saber qué hacer, más cuando son cuatro los que enriquecen mientras al resto se nos pide un esfuerzo "por amor al arte". Al menos en Penthouse no hay censura y tiene una directiva abierta que a veces apuesta por temas apasionantes, como el postporno, que no tendrían nunca cabida en otros medios homólogos.
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