El simple tacto me molesta. No abras los ojos. Hagas lo que hagas haz el favor de atarme. No te muevas. ¿dónde estoy? ¿en qué consiste esto? He dicho que no te muevas. Te quejarás si quieres y todo lo que quieras. ¿en qué consiste esto? Dímelo. Es un juego. Ahora lo vas a ver. No tengo palabras. No las vas a necesitar. Hace frío y están desnudos. O al menos eso parece en la oscuridad húmeda de la habitación. Podría ser un sótano. Existe el latido de anticipación a algo terrible al mismo tiempo que se puede oler el consentimiento de los dos. O de los tres, pues el otro también entra en el juego. Por favor hagas lo que hagas átame. De verdad te lo digo. A ver: pídemelo. ¿el qué? Toque. Chilla. No entiendo. Pídemelo. La relación entre esto y lo siguiente... no está. Toque. ¡No está!. ¡¿cuál es la relación?! Muy bien. Pasamos al siguiente. ¿no me darás la respuesta? La pregunta es lo que quiero que me pidas. Esto no me gusta. Demasiado tarde. Siguiente paso. ¿Violación o degollación? Silencio desconcertado. Toque. Chilla. ¿qué es esto? Por favor... Toque. ¡nooo! No puedo más. Te lo tatuaré en el pecho. No contesta. Epieza a llorar. Ya he vivido todo esto. Dime ahora qué quieres. Esto no es lo que yo pensaba. Será lo que tu me digas. Sé que falta mucho. ¿qué me diste? Ya lo sabes. Pues no lo recuerdo. La verdad es que da igual. Tenemos que seguir. No es porque yo quiera. De alguna manera ninguno de los dos quiere. Desde luego que no, pero eso va a dar igual. Entonces, ¿podemos pasar a lo siguiente?. Por esta vez si. Gira la silla un poco. Se dispone a continuar. El otro se ha abandonado. Ha decidido llevar el juego en la derrota. Piensa que obedeciendo terminará antes. Y lo que no ha entendido es que no hay instrucciones si él no las genera. Accede a ser tatuado. De ahí comprende que la degollación llevaba a la violación. Y que el delirio y la dilatación y la resignación y la pena pueden ser formas distorsionadas de placer. Entre los toques había una liberación inmediata que lo desorientaba en una zona gris y densa que lo hacía sentirse libre de su mordaza. Y eso acabó gustándole. Aunque el terror era más fuerte y al momento caía de nuevo en la tensión incómoda de lo que temía siguiente. Al alterar de tal manera sus emociones ligadas al deseo había perdido la inocencia. Y si a veces pensaba que aquello podía suponer una liberación era precisamente por eso que descubrió que la mayor angustia de todas era su avaricia. Para escarmentar su moralidad se entregó de nuevo a la sinrazón de este juego, que le haría pagar con exceso lo que de buena gana quería saciar con miedo. Y entonces llevó tacones de aguja, fue la piel del otro, creó con lágrimas el collar de un perro y dejó esclavizar su único hijo. No pudo reconocerse en su propio cuerpo cedido de tanta vida y sufrimiento hasta darse de bruces con un tiempo parado y frío que marcaba el fin. Y ahí tampoco necesitó palabras.
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Tomo prestado el texto de presentación de Bernardo Sopelana para anunciar la exposición que se inaugura hoy -8.30 de la tarde- en La Eriza, emblemático espacio de encuadernación artística. La expo reune a una serie de artistas variopintos, valorados y valiosos que se han prestado a reflexionar sobre el dolor -asunto este que a casi todos nos toca de cerca- y a plasmarlo en forma de percepción plástica El cartel es de autético lujo:
Toño Camuñas
Ramón Sanmiquel
Antonio Merinero
Rubén Bonet
Ernesto Flores
Keko Buenavista
Mástil
Santiago Almazán
OkyVonStoky
Jorge Isla
Kimberly Rouss
Inauguración: jueves 27 de enero, 20.30 horas. La Eriza. Colón 15. Madrid (Malasaña).
Ilustraciones de Ramón Sanmiquel y Santiago Almazán.
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