lunes, 8 de noviembre de 2010

UNA PELÍCULA SERBIA

Se proyectó en el pasado festival de cine de Sitges y surgió la polémica. Puede ser que influyese un televisivo montaje tertuliano, esos espacios en los que algunos comentaristas se dedican a pontificar sobre lo divino y lo humano, pero lo cierto es que la Confederación Catolica de Padres de Alumnos (CONCAPA) consiguió que un juez prohibiese la proyección de "A Serbian Film" en la recien clausurada Semana de Cine fantástico y de Terror de San Sebastian. En un sorprendente ejercicio de censura y sobre el dudoso argumento de que la película podría ser constitutiva de un delito contra la libertad sexual, el Juzgado número 4 de la ciudad donostiarra prohibió cautelarmente la exhibición de la película de Srdjan Spasojevic, un tipo que imagino feliz ante la publicidad gratuita que está recibiendo su obra y que -en un evidente gesto a favor de la libertad de expresión- ha recibido el premio del público de la Semana.

Dejando al margen que resulta inconcebible que unos colectivos cavérnicolas e intransigentes tengan capacidad para manipular la programación de un prestigioso festival en orden a dudosos conceptos morales, no se puede comprender que un juez no sea capaz de entender que la representación de un hecho es sólo eso, su representación, no el hecho en si.
Vaya desde aquí nuestra solidaridad con el amigo Rebordinos, director de la Semana, y ojalá que la intransigencia y la intolerancia de unos pocos no encuentren amparo en los juzgados. La libertad de expresión y el derecho del espectador adulto a elegir lo que quiere ver deben estar por encima de moralismos sectarios y de posiciones restrictivas.

2 comentarios:

  1. Como ya veníamos sospechando hace tiempo, los talibanes, de una y de otra ideología, quieren convertir a los ciudadanos en súbditos. Cualquier censura a la libertad de expresión, con la excusa que sea, es siempre un recorte de las libertades públicas y una amenaza para todos. Hoy es esa película, mañana será un libro, después...qué?

    C2

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  2. Es que una vez que se abre la espita de prohibir cosas, y no se entiende la diferencia entre la ética privada y las libertades públicas, nadie está a salvo. Vamos para atrás, me temo.

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