sábado, 13 de noviembre de 2010

UNO DE LOS NUESTROS


La noticia me la da Juli Simón, director del FICEB. Ha muerto Luis G. Berlanga. Primera hora de la mañana del sábado. No he puesto las noticias porque tengo una revisión de la caldera de gas y hay un técnico dando vueltas de aquí para allá y dándome instrucciones de mantenimiento. Se ha muerto un amigo. Una bofetada matinal que me descoloca y hace que los recuerdos se agolpen en mi cabeza. Decía él, cuando la enfermedad empezaba a gobiarle, él que tanto había sufrido la virulencia de los censores, que la peor censura era la que te imponía tu propio cerebro. Por eso, quiero recurrir a mi memoria, a esos recuerdos cercanos que a lo mejor me hacen más dulces las lágrimas.
Un día me dijo que yo era berlanguiano, probablemente el mejor calificativo que nunca me hayan dedicado. Estábamos comiendo en su casa, en una salita previa a ese enorme estudio en el que guardaba sus tesoros más queridos. Acababa de sufrir una caida y me contaba lo despitado y patoso que era. Yo le aseguraba que no le iba a la zaga (una buena prueba es mi última fractura de hombro) en cuanto a tropezones y golpes. De hecho, poco después, ya en su estudio, tropecé estrepitosamente con una estantería. Me miró y muy serio me dijo: "Pues sí, Ponce, sí que eres berlanguiano", reflexionó y añadió: "o a lo mejor yo soy ponciano".
Nuestra amistad venía de lejos, de mediados de los ochenta, cuando yo era editor de Sado Maso. Mientras su salud se lo permitió fue Presidente de Honor del FICEB y desde ese cargo impulso los Premios Tacón de Aguja. Escribió un delicioso prólogo para mi libro del destape en el que contaba la historia de un chico que conoce a una chica en una playa nudista y se la lleva a casa para vestirla. Sostenía que era más erótico vestir a mujer que desnudarla. Admiador de John Willie, a quien intentó conocer en un par de ocasiones, me propuso como comisario de la exposición que el festival de Barcelona y la Semana de terror de San Sebastián dedicaron al genio del bondage. Durante la preparación del proyecto pasábamos largas tardes en su casa charlando de nuestras cosas y merendando. "Te cambio dos galletas por media madalena". Puedo presumir con orgullo de haber sido una de las pocas personas con libre acceso a su santuario, una enorme buhardilla atestada de papeles y zapatos de mujer donde ni siquiera dejaba entrar a la chica de la limpieza. Y no, no tenía ninguna de las muñecas de Tamaño Natural, pero le gustaba mantener la intriga. Solía contar que el productor de la película, cansado del elevado coste de las diferentes muñecas que se construyeron para el rodaje, aseguraba que con lo gastado podrían haber contratado a Brigitte Bardot. Fue ese mismo productor el que le regaló para su cumpleaños los derechos cinematográficos de Histoire d´O, pero la novela de Pauline Rêage -su libro de cabecera- le daba tanto respeto que nunca se atrevió a rodarla. Aunque suene increible le habría gustado hacer cine erótico, incluso porno, pero decía que era un género muy difícil. Fetichista consumado y erotómano impenitente, siempre tenía tiempo para charlar sobre erotismo y para defender publicamente las alternativas sexuales.
Hoy se ha ido un amigo, hoy se ha marchado uno de los nuestros.
Luis, amigo querido, nunca te olvidaré porque vives en mi corazón.

3 comentarios:

  1. Simplemente participar del sentimiento de que con su marcha parte de nosotros se ha ido con él. Porque ha formado parte de nuestra vida y de nuestra idiosincrasia.
    un Abrazo en tu pesar

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  2. Pues si Don Jose Mª, una verdadera pena y un post muy emotivo, por nuestra parte, Beatriz me recordó aquel homenaje que organizaste y que nunca se le llegó a realizar, para el que nos pediste una fotografía, la cual nunca se llegó a mostrar, así pues, creo que mostrarla ahora tiene mucho sentido y que sea nuestro pequeño homenaje a una persona como Berlanga.

    http://www.graell.com/2010/02/16/berlanga

    Saludos Antonio Graell

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